Sabía que pronto me volvería a ocurrir. Y es que sucede a veces que el corazón te pide algo con fuerza…con una fuerza de tal intensidad y prolongada en el tiempo, que es imposible obviar. Y eso es lo que me ha sucedido a mí, de nuevo.
Es un sentimiento que me invade cada día, cada noche, que me acompaña y se repite en imágenes dentro de mi cabeza… Ahora, cierro los ojos, suspiro, callo, recuerdo y lloro en silencio.
Me prometí a mi misma mientras volaba en aquél avión de vuelta de Perú, y en medio de una tormenta de sentimientos, que debía seguir el ciclo; aquello que había empezado, aquí o allá, pero con ellos, siempre con los niños.
Y ahora más que nunca, sin excusas. He conocido de cerca la realidad de una civilización devastada por un terremoto, la impotencia y la escasez de recursos para curar enfermedades, miles de millones de personas sin casa y sin hogar, el agotamiento del alma por no tener esperanza, el hambre de la educación, la dureza del frío y de la soledad, el olvido y la indiferencia.
Conservo en mi memoria los nombres y caras de cada uno de los niños con los que compartí mi vida el verano pasado, todas aquellas risas y llantos…a todos aquellos niños y mamás a los que, aunque no lo sepan, tanto les debo y recuerdo cuando dirijo mi mirada hacia el álbum improvisado en la puerta de mi armario.Son muchos los recuerdos y las vivencias de aquellos días pero, en Madrid, la rutina llega fulminante a nuestras vidas, la llena de preocupaciones laborales, de problemas banales, de cuestiones que te confunden, parece que aquel viaje quedó lejos, lejísimos a veces. En mi interior siento que debo hacer algo, no puedo permanecer quieta, ni quedarme inmóvil ante la llamada que recibimos constantemente de los más pobres, a través de señales en forma de noticias o escenas cotidianas de camino al trabajo. Echo de menos esa sensación de sentir el alma tan llena, que crees que te va a estallar.
Es un sentimiento que me invade cada día, cada noche, que me acompaña y se repite en imágenes dentro de mi cabeza… Ahora, cierro los ojos, suspiro, callo, recuerdo y lloro en silencio.
Me prometí a mi misma mientras volaba en aquél avión de vuelta de Perú, y en medio de una tormenta de sentimientos, que debía seguir el ciclo; aquello que había empezado, aquí o allá, pero con ellos, siempre con los niños.
Y ahora más que nunca, sin excusas. He conocido de cerca la realidad de una civilización devastada por un terremoto, la impotencia y la escasez de recursos para curar enfermedades, miles de millones de personas sin casa y sin hogar, el agotamiento del alma por no tener esperanza, el hambre de la educación, la dureza del frío y de la soledad, el olvido y la indiferencia.
Conservo en mi memoria los nombres y caras de cada uno de los niños con los que compartí mi vida el verano pasado, todas aquellas risas y llantos…a todos aquellos niños y mamás a los que, aunque no lo sepan, tanto les debo y recuerdo cuando dirijo mi mirada hacia el álbum improvisado en la puerta de mi armario.Son muchos los recuerdos y las vivencias de aquellos días pero, en Madrid, la rutina llega fulminante a nuestras vidas, la llena de preocupaciones laborales, de problemas banales, de cuestiones que te confunden, parece que aquel viaje quedó lejos, lejísimos a veces. En mi interior siento que debo hacer algo, no puedo permanecer quieta, ni quedarme inmóvil ante la llamada que recibimos constantemente de los más pobres, a través de señales en forma de noticias o escenas cotidianas de camino al trabajo. Echo de menos esa sensación de sentir el alma tan llena, que crees que te va a estallar.
Para continuar la promesa del ciclo, de ese ciclo sin fin, decido ahora embarcarme en otro proyecto. Esta vez me lleva al continente africano, a un orfanato repleto de niños, situado en una región de Tanzania, bien conocida y enriquecida por sus safaris, pero también olvidada por su pobreza y enfermedades.
Tengo la responsabilidad o privilegio de saberles enseñar inglés, acompañarles a soñar a través de las historias que contienen los libros de aventuras, de conseguir sus sonrisas… y, ellos, el deber de enseñarme a ser mejor y a descubrirme la magia de su mundo, Hakuna Matata. Porque Hakuna Matata, existe...Y en algún momento, si decides acompañarme, te enseñaré por qué.
Así, mediante este proyecto, aprovecho para presentarte este espacio personal dedicado al mismo, que me decido a crear con la ilusión de poder compartir juntos, tú y yo, reflexiones, ideas, curiosidades y noticias durante los próximos meses.
A ti, gracias por estar al otro lado de la pantalla, leyendo estas líneas y colaborando con tus comentarios e ideas....
....Bienvenido a Descubriendo Hakuna Matata
P.D. Te dejo el vídeo del comienzo de la película El Rey León, titulado "El ciclo sin fin", cuya música y letra me parecen inspiradoras y, además, guardan relación con el inicio de este blog y con mi futuro viaje. http://www.youtube.com/watch?v=Ov98oQ91t20
Tengo la responsabilidad o privilegio de saberles enseñar inglés, acompañarles a soñar a través de las historias que contienen los libros de aventuras, de conseguir sus sonrisas… y, ellos, el deber de enseñarme a ser mejor y a descubrirme la magia de su mundo, Hakuna Matata. Porque Hakuna Matata, existe...Y en algún momento, si decides acompañarme, te enseñaré por qué.
Así, mediante este proyecto, aprovecho para presentarte este espacio personal dedicado al mismo, que me decido a crear con la ilusión de poder compartir juntos, tú y yo, reflexiones, ideas, curiosidades y noticias durante los próximos meses.
A ti, gracias por estar al otro lado de la pantalla, leyendo estas líneas y colaborando con tus comentarios e ideas....
....Bienvenido a Descubriendo Hakuna Matata
P.D. Te dejo el vídeo del comienzo de la película El Rey León, titulado "El ciclo sin fin", cuya música y letra me parecen inspiradoras y, además, guardan relación con el inicio de este blog y con mi futuro viaje. http://www.youtube.com/watch?v=Ov98oQ91t20