lunes, 17 de mayo de 2010

Para reflexionar...empezando por mi misma

Este fin de semana aproveché para comprarme el periódico y disfrutar de una tarde de sol. Leyendo entre las páginas de la revista con la que lo suelen acompañar, me encontré un artículo que llamó mi atención y que me gustaría compartir contigo...El texto original corresponde a la escritora Bárbara Alpuente, aunque me he tomado la libertad de adaptar alguna línea.

Comienza así:

Nos pasamos la vida preparándonos para cuando pase lo peor.Pero lo peor que nos puede pasar es pasarnos la vida preparándonos para cuando pase lo peor. Hay pocas cosas para las que uno pueda prepararse, cuando los problemas llegan, llegan, y por mucho que hayamos pensado durante años en cómo sería ese momento que nos preocupa, finalmente la realidad no tiene nada que ver.

Yo, por ejemplo, a ratos me angustio por algo que ocurrirá en agosto, ¡en agosto!. le doy mil vueltas al momento que me da miedo, y pienso en ello ahora, de forma totalmente inútil. Es como si creyera que que si me angustio mucho unos meses antes, cuando llegue el momento clave ya no me quedará angustia en el cuerpo y entonces estaré fenomenal. Pues no, la angustia puede llegar a ser inagotable. O igual creo que por pensar mucho en el momento que temo, el momento me será más fácil. Tampoco. La situación estará tan viciada de antemano que irá incluso peor que si no hubiera pensado en ello.

Me recuerda también a cuando tienes un novio que te gusta mucho y estás convencida de que se irá con otra. Por mucho que tú pienses que se va a ir con otra, eso no va a evitar que el día que lo decida, se vaya con otra. Puede incluso que todo lo contrario. Pero en vez de disfrutar de ese novio que tanto te gusta, te pasas toda la relación atemorizada por lo que temes que ocurra. Y encima, cuando te deja, aunque sea 10 años después de iniciar la relación, te dices "¿Ves? Sabía que me dejaría".

Vivimos agazapados por lo que ocurrirá y lo peor es que, casi todos los mensajes que recibimos del exterior potencian ese sentimiento de terror al futuro del que deberíamos huir. Y ese miedo al futuro hace que incluso vivamos como si una bomba nuclear nos acechara y tuviéramos que abastecernos de todo lo necesario para sobrevivir en un refugio lo que nos queda de vida (tendríais que ver mi nevera...parece que vivo con la tribu de los Brady). Y finalmente, de alguna manera, acabamos viviendo en un refugio: ahorramos para cuando no tengamos dinero, nos conformamos con cualquier trabajo por si no encontramos otro, permanecemos en una relación más tiempo del necesario por si no nos vuelve a querer nadie, preparamos nuestra defensa para cuando llegue el día del ataque, nos machacamos en el gimnasio para cuando se acerque el deterioro físico, nos aplicamos cremas antiarrugas antes de que aparezcan las arrugas...Y además, nos movemos entre el "¿y si no pasa lo que quiero que pase?" y el "¿y si pasa lo que quiero que pase?". y al final no pasa nada.Nada que nos saque de nuestra inercia, de nuestra rutina buscada, de nuestra previsibilidad.

Tememos la muerte y el sufrimiento, muriendo así en vida y sufriendo inútilmente por lo que está por venir. Imagino que se puede evitar todo esdto si uno vive atento al ahora, sin darle bola al ruido mental que nos ataca insistentemente.

Y para conseguir eso, lo que hay que hacer es, como dice la micropoetisa Ajo en uno de sus poemas: "no hay peligro suficiente para tanto miedo que tenemos". Ahí dejo la reflexión...

1 comentario:

  1. Hola,

    en primer lugar quería darte la enhorabuena por tu blog, esta genial.

    Este articulo que has compartido con nosotros me ha impactado positivamente, la verdad es que leyendo algo que, en teoría, es tan obvio te permite darte cuenta que en realidad, no lo es tanto. Hay veces que tenemos que pararnos a pensar que como bien dices, "no hay peligro suficiente para tanto miedo que tenemos". No hay nada que deba de impedirnos ser nosotros mismos.

    Te seguiré de cerca, este blog promete...

    ResponderEliminar