lunes, 15 de noviembre de 2010

Mi querido Duluti - Por Óscar


Hace ya tres meses que he vuelto de África y todavía tengo la cabeza allí, o al menos parte de ella. Tiene gracia porque mi madre siempre me ha dicho eso de: “¿Dónde tienes la cabeza? Cualquier día te la dejarás en cualquier sitio…” Parece que al final, como casi siempre, mi madre tenía razón y finalmente la he perdido en Tanzania. Lo que no sabía es que además también me iba a dejar parte del corazón…

Es curioso cómo funciona nuestra mente pero estoy asumiendo que definitivamente hay cosas que siempre me recordarán a esos niños... Cosas que no tenían un significado especial antes de estar en Tanzania pero que ahora cobran un sentido simbólico y que rápidamente me hacen viajar 6.850km desde Madrid a Arusha con solo cerrar los ojos…

La semana pasada me tuve que ir por trabajo a Suiza. Mientras iba en tren atravesando el país para llegar a mi destino me maravillé con el paisaje…Las montañas, las casitas, las verdes praderas, los lagos…y de repente mi mente se transporto a otro sitio: al lago Duluti en África. Es un sitio mágico que tuve la suerte de visitar. Un lugar donde una cuerda para saltar a la comba se convierte en un objeto para calcular las novias y novios que cada uno hemos tenido a base de saltos. Un sitio donde las sonrisas se consiguen a base de sodas y colas compartidas entre dos. Un lugar donde el tiempo se detiene mientras cinco niños te rodean y no haces otra cosa que contemplar el lago y los árboles. Un sitio donde unas gafas de marca son motivo de un anuncio de la TV para unas niñas de 13 años. Es un momento en el tiempo donde hasta las “niñas” de 20 años sienten pánico cuando haces que las tiras al agua. Un lugar donde un masaje en la espalda después de llevar un “bultito” de 4 años encima por un buen rato te parece la mejor manera de combatir el cansancio. Un lugar donde las cámaras de fotos se convierten en máquinas que capturan sentimientos además de recuerdos. Donde las furgonetas de 9 plazas se ensanchan hasta acoger a 40 personas en su interior…

Habrá lagos más bonitos, lagos más grandes o con más peces, donde el enclave paisajístico sea inmejorable. Lagos con monstruos dentro, lagos con más flores o con barcos. Pero ningún lago es como el lago Duluti porque ese es un lago mágico y eso lo convierte en un lago especial y único. Tan único como los sentimientos que guardo en la mitad de corazón que aún conservo y en los recuerdos que guardo en la mitad de la cabeza que me he traído a España.

PD. Os dejo con una canción de Serrat que, para mi, resume muy bien lo que nos pasa cuando nos acordamos de ellos...(Óscar) http://www.youtube.com/watch?v=kjOT0_scm1c

Y ahora te hago yo una pregunta a ti...¿Tienes algún lugar guardado dentro de ti que es especial? ¿Cuál es?

miércoles, 3 de noviembre de 2010

El significado de Baobab




De vez en cuando juego con las imágenes en mi cabeza y, mientras recorro las calles de Madrid, me imagino que me traslado de nuevo al paisaje africano. África es sinónimo de contraste de verdes y amarillos: kilómetros y kilómetros de la extensa y tranquila sabana, superficies pobladas por dormidos maizales, el silencio apacible bajo los plataneros y las acacias y…el dominio de enormes Baobabs, que destacan imperiosos bajo un nítido cielo azul.

Y es que lo de los Baobabs es algo curioso. Hay una historia que cuenta que en tiempos remotos el baobab lucía una belleza sin precedentes y era tan vanidoso que no aceptaba que ningún ave u otro animal ensuciasen sus ramas. En una ocasión un pobre pájaro cansado se posó en su copa para descansar y acicalar su plumaje. El baobab se enfadó y le ordenó que no dejara la suciedad en sus hojas. El árbol al cerciorarse de que el pájaro no acataría la orden, comenzó a agitar sus ramas hasta que el pobre animalito decidió emprender el vuelo antes de salir herido. El baobab, satisfecho, siguió mirando orgulloso hacia el cielo convencido de ser el ejemplar más bello sobre la faz de la Tierra. Sin embargo, no contaba con que el acontecimiento que acababa de ocurrir no era más que una prueba a la que había sido sometido por los dioses. El árbol era egoísta y, por ello, recibió el iracundo castigo de la corte celestial: su hermoso ramaje fue enterrado y ocultado de la vista de sus cohabitantes y fueron expuestas sus raíces aparentando implorar el perdón de los dioses.


De ahí que los europeos en sus primeras expediciones le bautizaran como el “árbol al revés"...Pero más allá de lo impresionante que puede resultar este árbol, lo es mucho más otro tipo de Baobab, tal y como Paula refleja en las siguientes líneas:


"El baobab es un árbol que parece que crece del revés, con las raíces mirando al cielo porque prefiere mirar hacia arriba con la cabeza bien alta y empaparse de la energía del sol, que le hace crecer cada día.

El baobab es imaginación en grado extremo, es ilusión, es alegría, es lo cotidiano del día a día llevado de la mano de una gran familia que convive en armonía con su realidad.

Es ilusión pero no mentira. Es la aceptación de una circunstancia o un pasado no agradable convertido en ilusión por una buena vida. Una vida cargada de valores que derrumbarían a más de uno. Por su sinceridad, por su aplomo, por su falta de egoísmo, por su afán por compartir, por la ilusión de seguir creciendo, por su bondad, por las eternas sonrisas.

El baobab es una carrera de relevos, un dictado en inglés, una tarde de lectura, un circo, es ugali, una obra de teatro, una gymkhana, son pulseras de colores, es el juego de las sillas, una guerra de besos, abrazos de buenas noches, un buen partido de fútbol, es tender la ropa al sol o hacer una tortilla de patata para cuarenta, es un guerrero masai que vigila nuestros sueños, una cabrita cantora y además madrugadora, es ir a por agua al río, es levantarte y que te den los mejores buenos días que jamás hayas oído, es jambo, es habari, es una pequeña mano que se coge de la tuya en un paseo cerca de los bananos… el baobab son cien y hasta mil momentos cotidianos y familiares, extraordinarios por su esencia, simple y pura, repleta de bondad.

Quienes duermen en baobab, son unos chavales que sueñan con ser mejores, con tener un buen futuro. Unos quieren ser abogados, científicos, médicos, maestros, incluso, actores. Otros aún no lo saben porque son aún muy enanos… pero todos… quieren ser algo. Tienen ilusión por vivir a pesar de que hasta ser de la familia del baobab, sus vidas carecían de lo básico: la sensación de tener alguien que se preocupe por uno mismo. Básica y fundamental en el desarrollo de un niño. Tan básico como comer.

Hoy, si te topas con ellos, son chavales que confían en los pasos en los que dan, no cesan en su camino ni temen los tiempos venideros. Son valientes, pequeños hombrecitos y mujercitas, otros no tan pequeños, que saben que ellos mismos pueden. Y porque pueden, quieren. Son personas que ya no temen las noches en vela, ni piensan que mañana quizás, pasará algo terrible. Ahora piensan que mañana tendrán que ir al colegio y aprenderse la lección, que hay que lavarse los dientes tres veces al día y por supuesto, las manos antes de cada comida.

Que te miran a los ojos cuando hablan y... qué miradas. Siempre sinceras, cargadas de fuerza y de significado. Pura energía. Cero egoísmo. Eso son los chavales del baobab.”

miércoles, 13 de octubre de 2010

Es mía, es mi niña - Colaboración especial de Óscar (voluntario)



Era la niña de sus ojos. Era y lo sigue siendo… su niña, la de Óscar. La más pequeña del orfanato, Oliva, que ya consiguió captar su atención mucho antes de irnos de viaje, en una foto en la que aparecía ella, amarrada a una pelota de color rojo grandísima. Tan grande como el corazón de Óscar.


Y parece mentira que a pesar de su corta edad (4 años) demostrara ser una niña tan despierta e inteligente. En las clases, solía destacar por encima de muchos niños, porque comprendía y aprendía las cosas con gran facilidad. Además, era muy presumida, le gustaba verse en las fotos, llevar vestidos de volantes, peinarse de manera diferente cada día y que la pintaran. Pero además, por encima de todo eso, lo que más le gustaba era que le hicieran caso y estar en los brazos de los voluntarios, especialmente en los de Óscar y Hazem que se deshacían en mimos con ella.


Y si hablamos de Oliva, no podemos olvidarnos de su madre, Mama Issa. Oliva era una de las afortunadas que tenía una madre que se preocupaba por ella y con la que vivía fuera del orfanato. Además, tenía otros 4 hijos: Said, Susi, Mariam e Issa, que se quedaban en Baobab porque no podía atender a todos en su casa, situada a las afueras de Arusha. Todos ellos eran unos niños educados y responsables, que tenían una magia especial. Mama Issa era, además de una gran madre, una persona muy trabajadora, que pasaba la jornada trabajando para el orfanato, siempre cerca de sus hijos. Así, estaba desde las 8 de la mañana hasta las 5 de la tarde dedicada en cuerpo y alma a atender tareas del Baobab: barrer, fregar, asear los cuartos, hacer la comida y lavar a mano prenda por prenda de los 30 niños. Pero también tenía tiempo y ganas de divertirse. Cuando algún día terminaba sus labores, aprovechaba para ir al jardín donde estaban los niños, para jugar a “balón prisionero” y a la “cuerda”. Disfrutaba como una más. Quizá era un momento de evasión de sus preocupaciones, se la veía feliz y esa felicidad te la contagiaba. Apenas hablaba inglés, pero sólo con su mirada y su sonrisa se esforzaba en comunicarse con nosotros.


El momento más triste para la pequeña Oliva era cuando se despedía cada tarde de sus amigos y voluntarios. Cuando entraba en el autobús, comenzaba a llorar con una pena que parecía que estuviera pensando que ya no regresaría más. Algunos de sus amigos le consolaban y mostraban gestos de complicidad, como cuando le prestaron el peluche de Bugs Bunny, para que se lo llevara a casa.


Esa misma pena es la que se llevó Óscar al despedirse de ella antes de nuestro regreso a España. Y sus amigos le consolábamos viendo vídeos y fotografías. Hoy, Oliva y los otros niños, siguen presente en su corazón y aún se le iluminan los ojos cuando les recuerda.


Antes de acabar, os dejo con unas líneas que escribió Óscar recientemente, resumiendo su experiencia. Espero que os guste, a mi me encanta cómo escribe:



“Tratar de resumir en cinco simples líneas todo lo que viví en el Baobab sería como intentar poner puertas a un desierto infinito…Y digo infinito, porque infinito es el cúmulo de sentimientos que te pegan contra el pecho cada vez que un recuerdo, una foto o un sueño me devuelven a África.


Si respiro profundamente todavía puedo olerles, escucharles e incluso tocarles porque el recuerdo que han dejado dentro de mí está totalmente fijado al corazón de la misma manera que los cimientos de una casa fijan la fachada.



Si cierro los ojos todavía puedo escuchar los sonidos de las risas; todavía puedo volver a sentir que no tengo extremidades sino niños amarrados a ellas. Si giro la cabeza aún puedo seguir jugando al escondite inglés con ellos, al balón prisionero o a la comba. Puedo sentarme en el césped a escuchar música mientras con la mayor naturalidad del mundo te cuentan sus vidas y deseos.



Sus pasados ya escritos y sus futuros aún por escribir sobre un folio vacío. Un folio que existe gracias a mucha gente de buena fe. Un folio donde Deborah, Fadilah, María, Esther, Doto, Oliva, Jordan, Isa y así hasta treinta nombres, tienen la posibilidad de escribir su futuro.



Lo más curioso es esa sensación de “maestro enseñado por el alumno”; porque si de algo estoy convencido es de que por muchas matemáticas, inglés o geografía que yo les haya intentado enseñar, el que más ha aprendido he sido yo. Me han enseñado cosas que no están en los libros. Por ello siempre les llevaré en mi corazón y en mi recuerdo. Asante sana marafiki!"

viernes, 1 de octubre de 2010

Memorias de un sueño...



¿Te has fijado en la mirada? Cada vez que le veo, me siguen llamando la atención sus ojos. Son de Naftal, uno de los 30 niños con los que he compartido mi verano. Si además, observas detenidamente la imagen, verás que tiene como dos pequeñas marcas sobre sus mejillas. Me dijeron que se las hicieron cuando él era más pequeño. Es un rasgo identificativo de la comunidad a la que pertenece, los Masais, una de las tribus más importantes de África Oriental (principalmente Kenia y Tanzania).
He cambiado la imagen principal del blog. Ahora la ocupan Doto, Glory y Oliva, tres niños muy especiales. Todos son especiales, en verdad. Aún recuerdo cuando tomamos aquella foto, fue idea de Hazem. Estábamos en el jardín del orfanato, cerca de la entrada principal, jugando con ellos, riendo. No podíamos dejar de hacerles fotos. Y de pronto, "click", salió la imagen...algo más que una imagen diría yo.
Como imaginarás, tengo muchos sentimientos, pensamientos, imágenes de mi viaje a Tanzania. Si me sigues leyendo, quiero compartir contigo algunos de ellos aquí y ahora, muchos otros los guardo para contártelos en persona y, todos ellos, sin excepción, se quedarán dentro de mi.
No quería hacer casi introducción, pero al final me ha resultado imposible. Ahora sí, te dejo ya con unas pequeñas líneas que escribí esta semana, para un artículo que nos pidieron a los voluntarios. El próximo día publicaré los textos de mis compañeros voluntarios, la verdad es que son preciosos.
15:00h. Estoy en la oficina y recibo un e-mail de Paula, dirigido al grupo de voluntarios que estuvimos este verano en el orfanato Baobab, en Tanzania. Nos invita a que colaboremos con un pequeño texto contando nuestra experiencia para El Naturalista, uno de los sponsors de la ONG. Al momento, me detengo. Vuelvo a leer el e-mail. Pienso. Me doy cuenta de que no soy capaz de resumir en 5 líneas todo lo que he vivido allí.
Cierro los ojos y, en ese momento, me encuentro con una sonrisa y una mirada. Los ojos son oscuros, la tez morena. Es profunda, y en esa profundidad veo nobleza, dignidad. La mirada viene de lejos, de otro tiempo, de otro continente. Está fijada en mí.
Han pasado pocos meses desde mi estancia en Tanzania, un viaje para conocer otro lugar, otra gente y, quizá también para conocerse a uno mismo. Bajo un cielo azul y una suave brisa de polvo que envuelve la ciudad de Arusha, brillan como estrellas las pupilas de aquellos niños. Unos niños con los que hemos compartido momentos imborrables: un circo con payasos y trapecistas, un desfile de moda, veladas con música a la luz de luna llena, excursiones a cataratas y al Lago Duluti, día de Piñatas, horas y horas de talleres de danza, teatro, inglés, lectura, juegos…Poco a poco íbamos introduciéndonos en su vida allí y ellos en la nuestra.
Son muchos los recuerdos y las vivencias de aquellos días, pero en Madrid, la rutina llega fulminante a nuestras vidas, la llena de preocupaciones laborales, problemas banales, de cuestiones cotidianas que te confunden, parece que aquel viaje quedó lejos, lejísimos a veces.
Pero cada noche, pienso en esa mirada. Repaso las fotos que hicimos, los vídeos que grabamos, las cartas que nos escribimos. Siempre, de un modo u otro, los niños del Babobab me van a seguir acompañando, mientras guardo la esperanza de volver a encontrarnos pronto, muy pronto.

miércoles, 28 de julio de 2010

30


30...Es el número de horas que quedan para coger el avión rumbo a Tanzania. Observo la fecha de la última actualización del blog (17 mayo) y reparo en que llevo 2 meses sin escribir. Pero la verdad es que, sin pretender excusarme, han sido unas semanas de mucho trabajo, con jornadas dedicadas a gestiones, preparativos y,sobretodo, dedicación a las clases de inglés para mis negritos.

Mientras redacto estas líneas, miro de reojo las maletas que llenan todo el suelo de mi cuarto. He ido comprando y recopilando ropa y material para llevarlo hasta el orfanato y, aunque ya no me cabe nada más (sólo nos dejan llevar 20kg.), constantemente pienso: Seguro que les hace falta algo más.Pero es que una oportunidad única de ir hasta allí y llevar las cosas que les pueda hacer falta, sobretodo teniendo en cuenta que estos 37 niños con los que vamos a estar no reciben nada durante los 365 días que tiene el año.

Creo que va a ser estremecedor estar allí para compartir su ilusión en cosas sencillas, pero que son novedosas para ellos como: abrir una piñata (y que, mágicamente, caigan cosas de ella), jugar al fútbol (sólo tenían una pelota, pero se les rompió hace unos meses), estrenar colorines (tienen 1 estuche para todos), llevar mochilas nuevas (de Los increíbles, les encantó la película), competir en una carrera de saltos, participar en un Musical con coreografía, verles bailar al ritmo del Waka Waka (que seguro que lo harán con más soltura que nosotros, los monitores)...


Así que me voy...con nervios, emoción, miedo...y con la maleta llena, a rebosar...Pero estoy segura que yo me llevaré más y la maleta de vuelta volverá más llena: de cariño, amistades, recuerdos, sonrisas, alegría y amor...


Gracias a todos por seguirme, leerme, apoyarme, rezar por mi , escribirme, quitarme miedos, regalarme juguetes...


Espero poder escribiros desde allí algún día. Mientras tanto, os dejo un pensamiento que me llevo y que me acompañará cada mañana al levantarme:


Amor en mi cabeza y en mi entendimiento

Amor en mis ojos y en mi mirada

Amor en mi boca y en mis palabras

Amor en mi corazón y en mi pensamiento

Amor en mi fin y mi principio

Amor que todo lo excusa

Amor que todo lo comprende

Madre Teresa de Calcuta

lunes, 17 de mayo de 2010

Para reflexionar...empezando por mi misma

Este fin de semana aproveché para comprarme el periódico y disfrutar de una tarde de sol. Leyendo entre las páginas de la revista con la que lo suelen acompañar, me encontré un artículo que llamó mi atención y que me gustaría compartir contigo...El texto original corresponde a la escritora Bárbara Alpuente, aunque me he tomado la libertad de adaptar alguna línea.

Comienza así:

Nos pasamos la vida preparándonos para cuando pase lo peor.Pero lo peor que nos puede pasar es pasarnos la vida preparándonos para cuando pase lo peor. Hay pocas cosas para las que uno pueda prepararse, cuando los problemas llegan, llegan, y por mucho que hayamos pensado durante años en cómo sería ese momento que nos preocupa, finalmente la realidad no tiene nada que ver.

Yo, por ejemplo, a ratos me angustio por algo que ocurrirá en agosto, ¡en agosto!. le doy mil vueltas al momento que me da miedo, y pienso en ello ahora, de forma totalmente inútil. Es como si creyera que que si me angustio mucho unos meses antes, cuando llegue el momento clave ya no me quedará angustia en el cuerpo y entonces estaré fenomenal. Pues no, la angustia puede llegar a ser inagotable. O igual creo que por pensar mucho en el momento que temo, el momento me será más fácil. Tampoco. La situación estará tan viciada de antemano que irá incluso peor que si no hubiera pensado en ello.

Me recuerda también a cuando tienes un novio que te gusta mucho y estás convencida de que se irá con otra. Por mucho que tú pienses que se va a ir con otra, eso no va a evitar que el día que lo decida, se vaya con otra. Puede incluso que todo lo contrario. Pero en vez de disfrutar de ese novio que tanto te gusta, te pasas toda la relación atemorizada por lo que temes que ocurra. Y encima, cuando te deja, aunque sea 10 años después de iniciar la relación, te dices "¿Ves? Sabía que me dejaría".

Vivimos agazapados por lo que ocurrirá y lo peor es que, casi todos los mensajes que recibimos del exterior potencian ese sentimiento de terror al futuro del que deberíamos huir. Y ese miedo al futuro hace que incluso vivamos como si una bomba nuclear nos acechara y tuviéramos que abastecernos de todo lo necesario para sobrevivir en un refugio lo que nos queda de vida (tendríais que ver mi nevera...parece que vivo con la tribu de los Brady). Y finalmente, de alguna manera, acabamos viviendo en un refugio: ahorramos para cuando no tengamos dinero, nos conformamos con cualquier trabajo por si no encontramos otro, permanecemos en una relación más tiempo del necesario por si no nos vuelve a querer nadie, preparamos nuestra defensa para cuando llegue el día del ataque, nos machacamos en el gimnasio para cuando se acerque el deterioro físico, nos aplicamos cremas antiarrugas antes de que aparezcan las arrugas...Y además, nos movemos entre el "¿y si no pasa lo que quiero que pase?" y el "¿y si pasa lo que quiero que pase?". y al final no pasa nada.Nada que nos saque de nuestra inercia, de nuestra rutina buscada, de nuestra previsibilidad.

Tememos la muerte y el sufrimiento, muriendo así en vida y sufriendo inútilmente por lo que está por venir. Imagino que se puede evitar todo esdto si uno vive atento al ahora, sin darle bola al ruido mental que nos ataca insistentemente.

Y para conseguir eso, lo que hay que hacer es, como dice la micropoetisa Ajo en uno de sus poemas: "no hay peligro suficiente para tanto miedo que tenemos". Ahí dejo la reflexión...

martes, 4 de mayo de 2010

Capítulo 1: Mis ideas+tus ideas=nuestras ideas en África


Miro el calendario y me doy cuenta de que mayo ya llegó, apresurado, sin ni siquiera avisar. Sentada en mi cama, mientras escribo estas líneas, me digo a mi misma que tengo que empezar a trabajar...nos están esperando.

Durante los próximos meses voy a adoptar el rol de profesora, para prepararme las clases con los niños de Tanzania... mis negritos, como ya les llamo cariñosamente. Y hablo de intentar porque, en ocasiones, pienso que no tendré suficiente tiempo para estar preparada..¿hasta cuándo puedes decir "ya lo sé todo"? Sencillamente, creo que es imposible. Esta reflexión viene seguida de otras muchas: ¿Qué esperan aprender?, ¿Qué nivel tienen? ¿Qué les apetecerá hacer?, ¿Qué esperan de mí?... Así, una lluvia de preguntas va desfilando por mi mente, las intento detener, pero se hace difícil...Me pregunto si ésto también les suele suceder a las personas que suelen dedicar su tiempo a la enseñanza.
Tengo que pensar en actividades mediante las que puedan aprender pero, sobretodo, entretenerles. Desde la ONG nos proponen diseñar un plan didáctico para todo el mes que estaremos allí. Me empeño en hacerlo de una manera dinámica...diferente.
Y aquí me detengo. Porque en este momento que me estás leyendo, si quieres, puedes intervenir tú, para que acerque alguna de tus ideas a tierras africanas....no importa si eres profesor de niños, mayores y pequeños o arquitecto, dentista, diseñador, pedagoga, informático, psicólogo, periodista...Lo que cuenta son tus ideas. Aunque algunos de vosotros ya habéis ido recomendando alguna actividad, ahora es el momento de ponerlo en común. Puedes contribuir a través de recursos que sueles utilizar en tus clases de inglés, juegos que recuerdes de tu infancia, canciones...todo sirve. Deja tu comentario en el blog o envíame un e-mail. ¿Te animas?

martes, 27 de abril de 2010

Capitulo 0: El ciclo sin fin

Sabía que pronto me volvería a ocurrir. Y es que sucede a veces que el corazón te pide algo con fuerza…con una fuerza de tal intensidad y prolongada en el tiempo, que es imposible obviar. Y eso es lo que me ha sucedido a mí, de nuevo.

Es un sentimiento que me invade cada día, cada noche, que me acompaña y se repite en imágenes dentro de mi cabeza…
Ahora, cierro los ojos, suspiro, callo, recuerdo y lloro en silencio.

Me prometí a mi misma mientras volaba en aquél avión de vuelta de Perú, y en medio de una tormenta de sentimientos, que debía seguir el ciclo; aquello que había empezado, aquí o allá, pero con ellos, siempre con los niños.


Y ahora más que nunca, sin excusas. He conocido de cerca la realidad de una civilización devastada por un terremoto, la impotencia y la escasez de recursos para curar enfermedades, miles de millones de personas sin casa y sin hogar, el agotamiento del alma por no tener esperanza, el hambre de la educación, la dureza del frío y de la soledad, el olvido y la indiferencia.


Conservo en mi memoria los nombres y caras de cada uno de los niños con los que compartí mi vida el verano pasado, todas aquellas risas y llantos…a todos aquellos niños y mamás a los que, aunque no lo sepan, tanto les debo y recuerdo cuando dirijo mi mirada hacia el álbum improvisado en la puerta de mi armario.Son muchos los recuerdos y las vivencias de aquellos días pero, en Madrid, la rutina llega fulminante a nuestras vidas, la llena de preocupaciones laborales, de problemas banales, de cuestiones que te confunden, parece que aquel viaje quedó lejos, lejísimos a veces. En mi interior siento que debo hacer algo, no puedo permanecer quieta, ni quedarme inmóvil ante la llamada que recibimos constantemente de los más pobres, a través de señales en forma de noticias o escenas cotidianas de camino al trabajo. Echo de menos esa sensación de sentir el alma tan llena, que crees que te va a estallar.


Para continuar la promesa del ciclo, de ese ciclo sin fin, decido ahora embarcarme en otro proyecto. Esta vez me lleva al continente africano, a un orfanato repleto de niños, situado en una región de Tanzania, bien conocida y enriquecida por sus safaris, pero también olvidada por su pobreza y enfermedades.


Tengo la responsabilidad o privilegio de saberles enseñar inglés, acompañarles a soñar a través de las historias que contienen los libros de aventuras, de conseguir sus sonrisas… y, ellos, el deber de enseñarme a ser mejor y a descubrirme la magia de su mundo, Hakuna Matata. Porque Hakuna Matata, existe...Y en algún momento, si decides acompañarme, te enseñaré por qué.


Así, mediante este proyecto, aprovecho para presentarte este espacio personal dedicado al mismo, que me decido a crear con la ilusión de poder compartir juntos, tú y yo, reflexiones, ideas, curiosidades y noticias durante los próximos meses.


A ti, gracias por estar al otro lado de la pantalla, leyendo estas líneas y colaborando con tus comentarios e ideas....

....Bienvenido a Descubriendo Hakuna Matata


P.D. Te dejo el vídeo del comienzo de la película El Rey León, titulado "El ciclo sin fin", cuya música y letra me parecen inspiradoras y, además, guardan relación con el inicio de este blog y con mi futuro viaje. http://www.youtube.com/watch?v=Ov98oQ91t20